Ya han pasado más de 7 años desde que Leonora
sufrió esos cambios drásticos por culpa de un maleficio, está ahí sentada
mirando a través de la ventana preguntándose ¿Cómo es que jamás salió de
aquella fría y lúgubre casa?, recuerda que desde niña tuvo siempre educación en
casa, recuerda todas esas lecciones de historia que a ella le fascinaban;
también regresan a su mente todas esas historias de princesas y brujas, llenas
de magia y de belleza sutil y sublime, recuerda que siempre deseó escapar a un
mundo en el que existieran eso seres mágicos.
Tras analizar su vida de una manera más
profunda se dio cuenta de que jamás había tenido contacto con ninguna otra
persona, jamás había tenido un amigo, la única persona con la había hablado era
su padre, nunca antes había sentido la brisa del viento sobre rostro y temía a
la luz del sol pues jamás se habían abierto las cortinas de su casa, era como
si toda su vida hubiese pasado en una enorme cripta; ¿Cómo iba a salir de su casa?,
¿Cómo conocería a los aldeanos de aquel lugar, ella estaba sola, sin embargo
desde que cumplió 18 había tenido pesadillas recurrentes, había visto rostros
en su mente que nunca en su vida había visto, ¿Cómo era posible que estas
personas estuvieran paseando por su mente?, creía que se estaba volviendo loca,
su mente le estaba haciendo una mala jugada y ella no sabía cómo manejar este
tipo de situación, era como si esas personas la estuvieran mirando de una forma
acusadora.
Siempre tuvo sus preguntas respecto a todo
eso que pasaba en su cabeza, incluso lo comento con su padre, pero este decía
que tal vez estaba cansada, era como si él le estuviera ocultando algo, estaba
segura de que él sabía algo. Corrió a la habitación de su padre esperando
encontrar respuestas, pero lo que encontró fue algo completamente impactante;
en la habitación ya no se encontraba su padre, estaba la ropa con la que lo
dejo después de haberle llorado por horas pero no había señales de él, parecía que
el viento se lo había llevado, desconcertada siguió buscando respuestas en
aquella habitación pero lo único que pudo encontrar fueron algunos libros
llenos de polvo que estaban en otro idioma que jamás había visto, sabía leer y
hablar varias lenguas antiguas pero ninguna se parecía a la que estaba en esos
libros, parecía que eran de otro mundo y se preguntaba si acaso eso tenía que
ver con que su padre siempre estuviera ocupado, ¿estaría buscando respuestas?,
¿estaría aprendiendo alguna disciplina nueva?, no estaba segura de nada pero no
pensó ni por un instante que esos libros podían contener la respuesta a más de
una de sus preguntas.
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Gritos de la sombras