11.07.2013

EZEQUIEL

Entro es una taberna el guerrero apuesto, rompe-corazones que a donde quiera que iba las chicas suspiraban por él, entro a refrescarse un poco ya que el calor de aquel día parecía insoportable; pidió una cerveza al tabernero y se sentó en la barra, mientras bebía el tabernero se acercó y le pregunto qué era lo que buscaba en sí.
–Estamos tratando de averiguar qué es lo que provoca la ira de aquella mujer. –Se vio interrumpido por tabernero.
­– ¡Eso es una bestia del mismo infierno, no una mujer!
–Creo que ­está exagerando un poco, aun no estamos seguros de lo que sea pero tiene la silueta de una mujer y es mejor llamarla así ¿no le parece? –replico Ezequiel.
–Pues a mí no me parece que sea una mujer, sostengo que es una bestia y nadie me sacara de esa idea ­–gruño el tabernero.
–En fin, me gustaría saber un poco acerca de esta criatura, todo lo que pudiera decirme conforme a lo que ha visto o escuchado –.
–Pues la verdad es que llevo viviendo en este lugar desde hace cuarenta años y nunca había pasado nada así hasta hace unos diez años sino mal recuerdo, simplemente una noche llego esa bestia, aún recuerdo que la primera vez que supimos que esa cosa existía fue cuando asesino a la hija del panadero cuando salía de la librería, desde entonces la gente vive con miedo –.
–Y ¿nadie ha intentado detenerla antes? –pregunto Ezequiel.
–A esa bestia del demonio la han intentado desparecer grandes sacerdotes incluso el Papa en persona a quien por cierto dejo gravemente herido, el resto ha muerto de una forma atroz, han venido alquimistas y grandes caza recompensas de todo el mundo, pero ninguno ha tenido éxito, ¿Por qué crees que ustedes podrán detenerla? ­–.
–No solo lo creo, estoy completamente seguro de ello, somos los mejores en lo que hacemos y hallaremos la forma de lograrlo –. Dijo seguro de lo que decía ­– ¿Alguna idea de dónde proviene?
–Al contrario de lo que dice el sacerdote, yo estoy casi seguro de que esa cosa es manipulada por el hombre que vive en la casa de la colina a la entrada de la aldea. –Dijo el tabernero refunfuñando.
– ¿Podrías decirme algo más de ese hombre?, tal vez nos  sirva –.
–Recuero que llego una noche, vino directo a la taberna y parecía muy distraído, como ido, era como un muerto decrepito; se veía algo ansioso y traía consigo un montón de valijas viejas y una canasta con un bulto, muchos decían que era un bebé, otros que era algún animal, recuerdo que dijo que venía buscando un lugar donde alojarse o bien donde poder vivir, la casa que ocupo estaba abandonada en ese entonces y nadie se opuso a que él la ocupara, y aunque trabajaba de forma honrada y honesta, nadie supo cómo fue que consiguió arreglar esa casa tan rápido si era un simple campesino, muchos dicen que su esposa murió hace mucho tiempo en la masacre que ordeno el actual Rey Darío cuando quería exterminar a la princesa Rebeca y que después él en su desesperación mato a su propio bebé y que el bulto que traía era el cadáver de aquella inocente criatura–.
– ¿Qué hay de esa teoría que dicen que esa mujer es la princesa que murió? –.
–Pues a mí no me consta, esa criatura no es una mujer y menos el fantasma de una princesa, aunque no esté seguro de si la princesa murió o no –.

Y agradeciendo al tabernero Ezequiel decidió salir de allí a seguir buscando pistas que pudiesen servirle, sin quitar la posibilidad de que realmente aquel hombre de la casa en la colina fuera el responsable de esas extrañas apariciones.

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Gritos de la sombras