En la oscuridad de esa tenebrosa casa bañada
por la pálida luz de las velas se encontraba aquella delicada mujer que parecía
estar decepcionada de la vida, se encontraba molesta y al mismo tiempo
aterrada, no sabía cómo continuaría con su vida, ni siquiera estaba segura de
si quería seguir viviendo, aún no podía comprender como era posible que se
hubiera quedado sin nadie en la vida, jamás conoció a su madre pues hacía años
que había muerto, no sabía si llego a tener algún hermano o hermana y su padre
había muerto días atrás dejándola con una amarga sensación de soledad y millones
de preguntas que jamás fueron respondidas, tampoco conocía a nadie en aquella
aldea donde creció, y aun cuando en su mente había visto infinidad de personas
estaba segura de que no conocía a ninguna. No estaba segura de querer salir a
ver cómo era todo haya afuera, tenía miedo de todo aquello que segura estaba,
era desconocido, para ella el único mundo real que existía era el que se
encontraba dentro de esas enormes paredes que la rodeaban desde que ella tenía
memoria. No sabía nada de lo que pasaba haya afuera aun cuando había leído
infinidad de libros que le describían todo lo que se encontraba fuera de esa
puerta tras la que siempre se vio aprisionada, y aunque parecía que todo lo que
había después de esos límites era maravilloso, nunca tuvo el valor siquiera
para asomarse por la ventana, la únicas veces que llego a hacerlo era en la
noches antes de ir a dormir, porque pensaba que en la oscuridad se encontraba a
salvo, sin saber que la noche era lo que realmente le hacía daño.
Recordaba que en esos libros viejos que leía
y releía había millones de cosas para aprender y millones de historias
fantásticas llenas de aventuras para vivir, caballeros que iban a las guerras
de cruzadas, princesas que encontraban el amor, hadas que revoloteaban felices
en sus bosques, guerreros que mataban dragones, todas aquellas historias que
estaban llenas de escenarios maravillosos llenos de colores, olores y sabores;
y sin embargo, ella no estaba segura de sentir algo de lo que los personajes
sentían, no sabía lo que significaba una promesa, tampoco sabía la importancia
que tenían las palabras en la poesía, no estaba segura de saber lo que era
libertad, y mucho menos sabía lo que significaba amar, aun cuando sus historias
describían con todo detalle este tipo de escenas, sentimientos y emociones ella
nunca logro comprender lo que representaban, para ella solo eran fantasías y
sueños que estaban más allá de su alcance como si se encontraran en algún lugar
remoto.
Recuerda que siempre se sintió como la chica
de largos cabellos dorados, que atrapada en una torre esperaba todos los días
la visita de su madre, hasta el día en que ella la descubrió con aquel apuesto
caballero que también la frecuentaba en aquella vieja mazmorra.
Así era la vida de Leonora en aquella inmensa
casa donde ahora parecía mucho más grande debido a la ausencia de su amado
padre.